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Más allá de la Huella de Abandono: Consciencia Integral

Por Geraldina Compeán


Huella de abandono
Huella de abandono

En el modelo de Semiología de la Vida Cotidiana hablamos mucho de la Huella de Abandono, pero ¿Qué es y qué genera en nuestro día a día?


La Huella de Abandono es la conciencia escindida. Incluso antes de nacer, cuando nos despegamos de la Fuente del Absoluto e iniciamos el viaje hacia la experiencia humana, sentimos culpa por separarnos. Es el primer instante en el que la Huella de Abandono se hace presente.


Luego, al estar en el vientre de la madre, tenemos un sentido de plenitud, de placer, de pertenencia. Al nacer, dejamos la vida intrauterina y se comienza a configurar la Huella de Abandono de manera más evidente: la sensación de no saber quién soy, de no pertenecer, de angustia existencial y desamparo.


El bebé empieza a interactuar con sus cuidadores (que generalmente son la madre y el padre) y necesita recibir siete fuentes de amor incondicional: Comprensión, Afecto, Apoyo, Placer, Conocimiento, Reconocimiento e Inspiración.


Estas fuentes las integra a su ser desde una visión única y personal que proviene de su Código Genético. ¿Qué es esto? Cada persona tiene un “chip de fábrica” que le da una perspectiva particular de la vida, y percibirá cada una de estas fuentes de amor de diferente manera.


Por ejemplo, hay individuos que son más estructurados, otros son más emocionales, y otros tanto son más motrices.


Una persona emocional necesita más del contacto físico: la caricia, una mirada, tono de voz suave. Se siente querido a través del afecto y el apoyo emocional.


Una persona racional necesita entender de manera lógica por qué suceden las cosas. Más que el amor a través de los sentidos, requiere el reconocimiento.


Los motrices necesitan actuar y resolver. Son ágiles y dinámicos, por lo que no les es tan importante comprender ni sentir tanto como los otros dos códigos genéticos, sino saber qué tienen qué hacer. Necesitan mandar y tener ese sentido de control.


Esto no quiere decir que cada código genético necesite sólo de algunas fuentes de amor incondicional. Los seres humanos las requerimos todas, pero las sabemos dar de diferente manera de acuerdo con nuestro código genético. Tenemos necesidades diferentes, es por eso que en una familia cada hijo percibe el amor de sus padres de diferente manera. Para unos, el amor que reciben puede ser abundante o pueden sentir una carencia.


La conciencia escindida o fracturada puede prolongarse y ampliarse incluso hasta la vejez. Aquí radica el origen de las conductas compulsivas y el vacío interior. Creamos entonces un “imaginario”: este que creo ser pero no soy. Es decir, una esencia confundida que percibe lo que sucede en el exterior de manera distorsionada, así como tiene un falso concepto de sí mismo.


La necesidad de estar acompañado por alguien o conseguir algo material que llene este vacío interno, es lo que genera las conductas compulsivas. Es decir, “las necesito a pesar mío y nunca son suficientes”.


Control, violencia, consumo de sustancias, incomunicación, son maneras de manifestar este imaginario: el miedo a que suceda algo que no quiero, como la pobreza, el ridículo, el engaño, el abandono, la soledad, etcétera.


¿Cómo subsanar los efectos de la Huella de Abandono? Primero, es necesario identificar en nuestra historia los elementos esenciales de nuestra propia huella, cuáles son las carencias en las Fuentes de Amor por parte de nuestros padres, y trabajar en nosotros mismos para enmendarlas en nuestro día a día, dándonos esas fuentes de amor y dándolas también a los demás, porque es un camino de dentro hacia afuera. Por ejemplo, si siento que mi pareja no me apoya, hay que analizar por qué siento eso y trabajar en esa sensación, que es mía, que proviene de mi historia, para entonces empezar a apoyarme a mí mismo, pero luego apoyar a los demás.


Elegir el compromiso, responsabilizarme de mis emociones y mis actitudes es un trabajo que los consultores ayudamos a lograr a través del conocimiento de la propia Huella de Abandono, sanando las heridas más profundas para seguir el proceso de individuación, creando un Autoconcepto primigenio de Ser Uno, Bueno, Bello y Verdadero.


 
Geraldina Compeán
Geraldina Compeán

*Geraldina Compeán

Consultora y Comunicadora certificada en Semiología de la Vida Cotidiana®

Miembro certificado de la Asociación Internacional de Semiología de la Vida Cotidiana A.C.

Psicoterapeuta humanista Especialista en Adicciones Master Reiki

Thetahealer Logoterapeuta


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Página web: https://geraldina-terapeutaysemiologa.com/

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